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Leila Guerriero

Los suicidas del fin del mundo

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Entre 1997 y 1999, una oleada de suicidios conmovió a la pequeña localidad petrolera de Las Heras, situada prácticamente en medio de la nada y perteneciente a la provincia argentina de Santa Cruz, en la Patagonia. La mayoría de los suicidas tenían alrededor de veinticinco años y pertenecían a familias modestas, oriundas de la zona. La periodista Leila Guerriero viajó a este desolado paraje patagónico, interrogó a los familiares y amigos de los suicidas, recorrió las mismas calles, siempre desiertas, y visitó cada rincón del pueblo. Entrevistó a los vecinos, preguntó a todo el que tenía una respuesta, una teoría que explicara el drama. El resultado es un relato descarnado que reconstruye los episodios trágicos de esos años al tiempo que pinta expresivamente la vida cotidiana de una comunidad alejada de las grandes ciudades. Las Heras, con su alta cota de desempleo debida a las oscilaciones de la industria petrolera y a la falta de futuro para los jóvenes, plantea un enigma todavía no resuelto: los suicidios, como un destino funesto, se suceden todavía hoy. «Los suicidas del fin del mundo» es, pues, una crónica inquietante que se lee con la fascinación de una novela y con el horror que suscita una realidad marcada por la indiferencia de los no implicados, los prejuicios y el hastío.
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164 páginas impresas
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Opiniones

  • Adrianuxcompartió su opiniónhace 4 años
    💀Espeluznante
    🔮Profundo
    💧Prepárate para llorar

  • bitzelcmcompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó
    🔮Profundo
    💡He aprendido mucho
    🚀Adictivo
    💧Prepárate para llorar

Citas

  • Adrianuxcompartió una citahace 4 años
    Cómo será, pensé, no verse reflejado en las noticias, no entrar nunca en el pronóstico del tiempo, en la estadística, no tener nada que ver con el resto de todo un país.

    Imaginé una vida así: sin que a nadie le importe
  • Kingacompartió una citael año pasado
    Las Heras era un sitio lejano del que los diarios seguían sin hablar, aunque el jueves 2 de diciembre de 2004 70 desocupados habían tomado la sede de la empresa Oil, subsidiaria de Repsol-YPF, y la jueza Graciela Ruatta de Leone, de Pico Truncado, había ordenado desalojar a los manifestantes. En el enfrentamiento con la policía provincial, 10 personas habían sido detenidas. Días más tarde el Partido Obrero denunciaba que Carina Saúco, esposa de Claudio Bustos, uno de los principales dirigentes piqueteros, había sido golpeada en la comisaría de Las Heras para que dijera dónde estaba su marido. Los golpes, aseguraba el comunicado, le habían hecho perder un embarazo de cuatro meses.
    Esas cosas pasaban pero el P de febrero de 2005 era un martes como tantos en Buenos Aires y los diarios no hablaban de Las Heras.

    Entonces llegó un correo electrónico de Rulo, el dueño de FM Divina, que decía «Espero que estés bien, pero acá comenzó nuevamente el infierno. El domingo se ahorcó otro pibe de 23. Ojalá no siga como aquel año». A las 7 de la mañana del domingo 30 de enero de 2005 se había ahorcado Walter Fabián Cayumil de 23 años, obrero de la empresa Pride, colgándose del tanque de agua del colegio número 53, un día antes de tomar el ómnibus que iba a llevarlo a Cosquín Rock, viaje por el que había pagado 500 pesos.

    Cuatro días después, el jueves 3 de febrero de 2005, otro correo de Rulo decía que a las 8 de la mañana, a los 82 años, se había ahorcado un antiguo vecino de Las Heras, de nombre Raúl, de apellido Moye.

    Cinco días más tarde, el 8 de febrero, Rulo avisaba que, de idéntica manera, se había matado Pedro Parada, un hombre de 62.

    Pero ahora, en Buenos Aires los diarios finalmente hablaban de suicidios: de nueve asfixiados con gas carbónico que el sábado 5 de febrero de 2005 habían sido encontrados en una hacienda de Hihashi Izu, cien kilómetros al sudoeste de Tokio, Japón.

    Nada decían de los muertos del Sur.
  • Kingacompartió una citael año pasado
    Durante años, Juan Gutiérrez fue el último suicida.

    Pero el 3 de enero de 2003 Marcos Iván Barrientes, de 12 años, se ahorcó en su casa utilizando una manguera. Lo encontró su hermano, un chico de 8. El 23 de enero una mujer intentó colgarse de uno de los árboles del matadero municipal, pero fue detenida por la policía. Ese mismo mes, un hombre viejo se tiró al vacío desde el último piso del hospital. El 28 de abril Jorge Alejandro Ruiz, de 25 años, usó el cinturón de su pantalón para colgarse de uno de los arcos de la cancha de rugby del Camping Municipal. El 4 de mayo Jonatan Emmanuel González, un chico de 16 años a quien todos llamaban Pantriste, amigo íntimo de Ruiz, se ahorcó en la escalera del tanque de agua del mismo camping. El 8 de junio Ignacio Palacios, un empleado municipal de 25 años, usó una soga para colgarse del travesaño del arco de la cancha de fútbol del club Tehuelches.

    En agosto, un hombre de 62 años que estaba siendo investigado por la violación de una nena de 12, se ahorcó en su casa; una mujer chilena de 41, empleada doméstica, hizo lo mismo en un galpón. El 3 de septiembre un hombre de 57 años se colgó de un árbol en el campo.

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