Algunas mujeres aman los hombres deportivos. A otras les gustan los chicos malos. Los hombres machos, quiénes prometen aventura, emociones fuertes y pasión… Además de un corazón destruido. Por eso a mí me gustan los hombres honestos. Y como vivimos en un mundo donde al parecer es imposible que los hombres dejen su varita mágica donde corresponde, yo creo que es mejor dejar el estatus sentimental en soltera. El estatus que había escogido hasta que apareció Christopher.
Si no fuera suficiente tener el corazón roto por culpa de un asco de prometido, que mentía y me ponía los cuernos, encima me enamoré de un playboy, el súper rico Christopher Campell.
Sabía de las mujeres. También estaba consciente de que era mi jefe. Pero quien era realmente, casi me robaba el aliento.
Si hubiera sido inteligente, me hubiera alejado de él. Si hubiera sido inteligente, me hubiera apegado a mi juicio. Pero como soy todo menos inteligente, cedí a la atracción y le abrí mi corazón…
