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Libros
Gueorgui Gospodínov

Las tempestálidas

  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    No hay nada casual a día de hoy en esta avalancha de personas que han perdido la memoria… Están aquí para decirnos algo. Y, créeme, algún día, más pronto que tarde, muchos empezarán por sí solos a descender al pasado, a «perder» la memoria por propia voluntad. Se avecinan tiempos en los que cada vez más personas desearán cobijarse en la cueva del pasado, volver atrás. Y no por buenas razones, precisamente. Debemos tener preparados los refugios antiaéreos del pasado. Llámalos «cronorrefugios», si lo prefieres, o «refugios históricos»
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 5 horas
    Si las personas con las que has compartido un pasado se van, se llevan consigo la mitad de ese pasado. En realidad, se lo llevan todo, porque no existe algo llamado «medio pasado». Es como si hubieras rasgado un folio por la mitad en sentido vertical y leyeras cada línea solo hasta la mitad; la otra mitad es para el otro, para el ausente. Nadie entendería nada. Quien sujeta el otro extremo no está. Aquel que estuvo en las mañanas, los mediodías, las tardes y las noches, los meses y los años de este pasado… No hay nadie que lo confirme, nadie con quien tocarlo juntos. Creo sinceramente que, cuando mi mujer se fue, perdí la mitad de mi pasado. Todo mi pasado, en realidad.

    El pasado se toca solo a cuatro manos. Como mínimo, a cuatro manos.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 5 horas
    Constato que, a todos los niveles, la comunicación en esta ciudad está interrumpida. Las diferentes profesiones no se hablan, los médicos no se hablan con los pacientes, los vendedores no se hablan con los clientes, ni siquiera los taxistas se hablan con los pasajeros. Las gentes de un mismo gremio tampoco se hablan, ciertos escritores no se hablan con otros que a su vez no se hablan con terceros. Las familias no se hablan en las casas, los hombres y las mujeres no se hablan, los padres y las madres no se hablan. Como si todos los temas de conversación hubieran desaparecido súbitamente, como los dinosaurios, o se hubieran esfumado misteriosamente, como las abejas, extinguidos a través de la campana extractora de la cocina o de la ventanita del baño con su mosquitera rota.

    Y ahí están ahora, él y ella, sin poder recordar exactamente dónde y cuándo se interrumpió la conversación. En cierto momento, te quedas callado. Y cuanto más tiempo pasa, tanto más difícil se hace reanudar la conversación. Es sencillo, el silencio genera silencio. Al principio, llega un momento en el que quieres decir algo, hasta lo formulas en tu cabeza, tomas aire, abres la boca. Luego haces un gesto con la mano y cierras la puerta por dentro.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 5 horas
    Se suponía que aquella era mi ciudad y que, por esa causa, mi pasado rondaba aquellas calles y me aguardaba tras de cada esquina dispuesto a hablarme. Pero no, por lo visto mi pasado y yo habíamos dejado de hablarnos.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 5 horas
    Me senté a un lado del monumento de los ojos brillantes ya extinguidos. Pensé que debía de tener un aspecto bastante machacado y mustio, como en aquel chiste: ¿Es usted escritor? Oh, no, solo es la resaca.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 5 horas
    Iba dando un paseo, los haydut y los comunistas de Facebook vociferaban en mi cabeza y, gracias al aire frío de la noche que me ayudaba a reponerme, lo veía cada vez más claro: existían dos Bulgarias y ninguna de ellas era la mía.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 5 horas
    El mito de la izquierda seguía siendo primigeniamente pobre.

    Para que se pudiera avanzar, pensé, para que el pegamento del mito surtiese efecto, haría falta olvidar muchas cosas. Olvidar el atentado de 1925 en aquella iglesia, olvidar a todos los que fueron asesinados y enterrados en fosas comunes inmediatamente después de que se hubiese perpetrado el golpe de Estado, olvidar a los que fueron molidos a golpes, a los que fueron pisoteados con botas, a los que fueron enviados a campos de concentración, olvidar a los que fueron vigilados, engañados, separados, censurados, humillados… Olvidarlos y olvidar después que se les había olvidado… Olvidar exige esfuerzo y trabajo. Exige estar recordándote todo el tiempo que tienes que olvidar algo. Seguramente esa y no otra es la labor esencial de toda ideología.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 6 horas
    El sol rodaba cadencioso y rojísimo tras el macizo ­Vítosha como una auténtica cabeza de haydut. Con la caída de la noche, se extendió un fuerte olor a pimientos asados, mi olor favorito, el más búlgaro de los olores. Si acaso puedo considerarme un patriota en algún sentido es por el olor de los pimientos asados al atardecer… En alguna otra parte freían albóndigas. Sonaba el zumbido de un televisor… La vida seguía con todos sus olores, sus perejiles, sus albóndigas y sus trajines. Comenzaba a refrescar. Me estiracé, me puse una chaqueta encima y me dispuse a surfear presto por los mares del Socialismo Eterno.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 6 horas
    Y, por enésima vez desde mi regreso, me sentí fatalmente solo. Como un superhéroe que ha perdido sus poderes, como alguien que ha viajado al futuro y descubre que todos sus conocidos han muerto, como un niño perdido en una ciudad desconocida, cosa que me ocurrió una vez, al anochecer, a esa hora en la que la gente tiene prisa por volver a casa y nadie se detiene a ayudar… Siempre hay un minuto así, en el que uno envejece de forma súbita o cobra bruscamente conciencia de esa fatalidad. Lo normal en esos momentos es echar a correr presa del pánico tras el último vagón del pasado que se esfuma ya en la lejanía.
  • Ana Romerocompartió una citaayer
    Uno piensa que escribe en soledad, pero todo el tiempo mantiene conversaciones en su cabeza con otras personas y otros libros. Les doy las gracias también a todos ellos. Sin duda, encontrarán en la novela los ecos de aquellas conversaciones en la distancia.
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