Las reacciones, una vez más, han de dirigirse hacia el sistema de Internet, que tolera este tipo de comportamientos, contra la industria dietética, contra las imágenes proyectadas por la publicidad y la moda, contra la desestructuración familiar y la incorporación de hábitos alimenticios erráticos; contra los sistemas educativos que incentivan la competencia a toda costa, y los mensajes dirigidos a las chicas con la intención de cosificarlas y reducirlas a un cuerpo y una apariencia.