“Mi padre siempre me dijo que había dos tipos de personas en este mundo; los que sólo querían cosas y los que iban tras lo que deseaban. Ambos éramos, sin duda, del segundo tipo. Toda mi vida he buscado y logrado lo que deseaba. Cuando era adolescente, quise hacer una pasantía en una agencia de moda de la competencia, y así lo hice. Más tarde, decidí que Harvard sería mi escuela preferida, y entré en ella. Finalmente, después de seis años de anhelar a Izan Vidal, decidí que ya era hora de que él también me deseara. La primera vez que lo vi, era una adolescente torpe, y él era el nuevo socio de treinta y tantos en la agencia de modelos de mi padre. Estábamos en un restaurante, celebrando su nueva aventura empresarial, y me pasé todo el tiempo sonrojándome y fingiendo que no estaba embobada con su cara. Era una emoción patética y, por mucho que odie admitirlo, sólo empeoró con el tiempo.”