Muchas veces, las heridas o los placeres de los amores pasados son tan grandes que no nos permiten mirar hacia atrás con la tranquilidad necesaria para reflexionar y aprender de las situaciones, de los aciertos y de los tropiezos. Estamos tan acostumbrados a ver romances en el cine o la televisión que tendemos a ignorar la capacidad de nuestros recuerdos para convertirnos en personajes centrales de historias igualmente conmovedoras, edificantes y aleccionadoras.
Ese es el ejercicio al cual nos invita este conjunto de relatos que, a medio camino entre la autobiografía y la ficción, constituyen la segunda incursión de Jorge Rodríguez Gil (Cuestión de centímetros, 2011) en la narrativa corta. Relatos de juventud escritos con madurez, experiencias de épocas inexpertas plasmadas con nostalgia, humor y la cuota necesaria de pericia. La pericia del director que se disfraza de guionista para redescubrir sus tiempos de protagonista.