Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

llanto seco nos estrangulaba y nos alejaba a unos de otros, con océanos de lágrimas no de-rramadas, con océanos de culpa.

se llora en los momentos difíciles, carajo, decía papá.

Toda una vida era suficiente escuela para saber leer el lenguaje de los gestos.

Tal vez, eso sea un cuento, en definitiva: la memoria de un corte, que nos anima a recordar el dolor de lo no vivido.

La furia es peor que el trago, ciega más, ¿sabes?

. Ya no quiero que te den tanta píldora para la ansiedad. ¿Qué hay de malo en llorar, ah?

Una vez, en el pueblo, María había bebido lavandina porque un hombre —aquel hombre— no la había querido, no la prefirió nunca

¿Tendré alma, todavía? Dónde queda el alma,

«En un corazón caben muchos amores, mijo», me decía. «No hay para qué quererlo todo para una nada más».

Ella también me decía que por qué carajos yo necesitaba tanto que me dijeran las cosas. Como si nombrar hiciera que las cosas existieran; como si nombrar pudiera fecundar el silencio de sanación.