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Manuel Delgado

El espacio público como ideología

  • Carla Seguracompartió una citahace 5 años
    Como concepto político, espacio público se supone que quiere decir esfera de coexistencia pacífica y armoniosa de lo heterogéneo de la sociedad, evidencia de que lo que nos permite hacer sociedad es que nos ponemos de acuerdo en un conjunto de postulados programáticos en el seno de los cuales las diferencias se ven superadas, sin quedar olvidadas ni negadas del todo, sino definidas aparte, en ese otro escenario al que llamamos privado.
  • Bonzo Poecompartió una citahace 5 días
    Por eso es inútil resistirse a la identificación, porque nos pasamos el tiempo aplicando sobre los demás lo que los demás aplican sobre nosotros: un entramado preexistente de categorías, algunas de las cuales, excluyentes e incapacitadoras. Porque los participantes en cualquier encuentro aplican esquemas de percepción y reproducen principios normativos que determinan la definición y el transcurso de cada secuencia de acción, no podemos evitar que los pequeños detalles nos delaten. Podemos sa­­crificar nuestra identidad para ser aceptables para los otros, pero falta que los otros acepten y den por buena la ofrenda.
  • Bonzo Poecompartió una citahace 5 días
    No vale llamarse a engaño. No existen sociedades anónimas, es decir, formas de vínculo social cuyos componentes humanos sean totalmente extraños unos a otros. Quizás existan espacios del anonimato, pero no puede haber seres espaciantes —permítase evocar a Heidegger— anónimos, es decir, individuos que desarrollen en esos espacios vínculos completamente desafiliados. Sólo en mera teoría nos corresponde el derecho a ser reconocidos como no reconocibles. Puede ser que existan territorios sin identidad, pero no cuerpos sin identificar, es decir, sin enclasar. Ni los espacios públicos o semipúblicos urbanos —la calle, la plaza, el vestíbulo, el parque, el transporte público, el café, la discoteca...— ni los supuestos no-lugares —aeropuerto, hotel, centro comercial...— son excepciones de ese mismo principio que establece que pensar es pensar socialmente y pensar socialmente es clasificar socialmente, es decir, aplicar sobre la realidad circundante una trama taxonómica que no tolera la ambigüedad y la neutraliza.

    Nadie es un desconocido total. Hay quienes ni siquiera pueden intentar serlo.
  • Bonzo Poecompartió una citahace 5 días
    Ésa es la labor fundamental del anonimato como factor estructurante de la relación en público, consentir una in­definición de partida que permita ganar tiempo antes de interpretar correctamente qué es lo que el orden de la interacción —recuérdese: el orden social en el plano de la interacción— nos está urgiendo a que entendamos, acatemos y reproduzcamos. Se supone que mientras que al estigmatizable en primera instancia —aquel que no puede disimular los motivos de su inhabilitación— se le niega el derecho a la complejidad, el resto, los “normales” —en tanto ganamos la posibilidad y por tanto el derecho a la mentira, a los dobles lenguajes y al disimulo—, sí que podemos asumir aquél de nuestros aspectos que está siendo llamado a escena.
  • Bonzo Poecompartió una citael mes pasado
    En efecto, los desconocidos que traban entre ellos una relación aparentemente azarosa se han etiquetado mutuamente, se han ubicado en una cuadrícula de ese orden clasificatorio a partir de cualidades sensibles inmediatamente percibidas que la eventual charla irá confirmando, matizando o descartando, recomendando afianzar el vínculo o desactivarlo.
  • Bonzo Poecompartió una citael mes pasado
    Eso es fundamental, puesto que, como Richard Sennett nos ha enseñado, la urbanidad moderna se funda en cambios conductuales por lo que hace a los encuentros no programados entre extraños que, en un cierto momento de la historia de la construcción del mundo moderno, de­jaron de confiar los unos en los otros y optaron por no dirigirse la palabra y no prestarse mutua atención, dejando a su aspecto la labor fundamental de ofrecer una información suficiente para establecer relaciones fiables. “Cuando la ciudad cayó en el silencio, el ojo se convirtió en el principal órgano a través del cual las personas adquirían la mayoría de sus informaciones directas acerca de los desconocidos. ¿A qué tipo de información accede un ojo mirando su alrededor? En tales condiciones, el ojo puede estar tentado a organizar su información acerca de los desconocidos de manera represiva... Examinando una escena compleja y no familiar, el ojo procura ordenar rápidamente lo que ve usando imágenes que corresponden a categorías simples y generales, extraídas de estereotipos sociales” (Sennett, 1995: 132; en general, cf. Sennett, 1991).
  • Bonzo Poecompartió una citael mes pasado
    la noción política de ciudadano, que no es sino eso: un cuerpo abstracto cuya mera presencia es en teoría merecedora de derechos y deberes en relación con los cuales la identidad social real es o debería ser un dato irrelevante y, por tanto, soslayable. Ese desconocido es aquel que puede reclamar que se le considere en función no de quién es, sino de lo que hace, de lo que le pasa o hace que pase y sobre todo de lo que parece o pretende parecer, puesto que en el fondo es eso: un aparecido, en el sentido literal de alguien que hace acto de presencia en un proscenio del que él sería el rey y señor: el espacio público, en el sentido político del término, es decir, en el de lugar físico en que emergen, como por arte de magia, los principios esenciales de la igualdad democrática. Pero ese sistema al que se atribuyen virtudes igualadoras está pensado por y para una imaginaria pequeña burguesía universal, que es la que pue­de reclamar ejercer el derecho al anonimato, es decir, el derecho a no identificarse, a no dar explicaciones, a mos­trarse sólo lo justo para ser reconocida como apta para “presentarse en sociedad”, en encuentros con gente que también ha conseguido estar “a la altura de las circunstancias”, es decir, resultar predecible, no ser fuente de incomodidad o alarma, brindar garantías de conducta adecuada.
  • Bonzo Poecompartió una citael mes pasado
    Se trata, en ese caso, de practicar una cierta promiscuidad entre mundos sociales contiguos o interseccionados, travestirse para cada ocasión, mudar de piel en función de los requerimientos de cada encuentro. Si nuestro aspecto no delata de forma inmediata y flagrante ningún motivo de desacreditación, si podemos negociar cada encuentro sin que una determinada identidad real o atribuida aparezca como un motivo de alerta o simple incomodidad en nuestros interlocutores, entonces se entiende que seremos dignos de sentarnos a la mesa imaginaria en que de igual a igual se juega a la so­ciedad.
  • Bonzo Poecompartió una citael mes pasado
    espacio público, entendido como acaecer, como generación de grupalidades en proceso permanente de estructuración, basadas en una conexión flotante, hecha de códigos abiertos, intensidades emocionales, flujos y haces de interactividad recíproca entre individuos; la vida social como activi­­dad situada, es decir, como concatenación y encadenamiento de coaliciones momentáneas entre individuos que definen lo que ocurre a medida que ocurre y enfrentan emergencias problemáticas administrándolas desde una racionalidad cooperativa elaborada desde dentro de cada circunstancia particular.
  • Bonzo Poecompartió una citael mes pasado
    Internet, paradigma de relación reticular, paraíso donde se ha podido hacer palpable por fin la utopía de una sociedad de individuos desanclados y sin cuerpo, en un universo de instantaneidades. También la de la muta o manada, opuesta por definición al rebaño y que se constituye en metáfora perfecta del pequeño grupo hiperactivo que se reúne para actuar.
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