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Libros
Annick Cojean

Las cautivas

En 2011, poco después de la muerte de Gadafi, Annick Cojean, reportera de Le Monde, viaja a Libia para investigar sobre el papel de las mujeres durante la revolución. De regreso de este viaje revelador, la periodista publica el artículo «Una esclava sexual de Gadafi cuenta su calvario», la historia de Soraya, una joven de veintidós años. Cojean cuenta cómo, a los quince años, la chica fue elegida para ofrecer un ramo de flores al dictador, que respondió al regalo con una caricia en su cabello. Un gesto dirigido en realidad a sus guardias, que quería decir «ésta es la que quiero». «Al día siguiente ?escribe Cojean en su artículo? Salma, Mabruka y Faiza, tres mujeres en uniforme, consagradas al servicio del dictador, se presentan en la peluquería de su madre. Gadafi quiere verte. La adolescente las sigue de buen grado. ¿Cómo sospechar algo? Era el héroe, el príncipe de Sirte.» Y Gadafi la secuestraría para convertirla en su esclava sexual. La historia de Soraya es el detonante de Las cautivas, un libro donde se denuncian por primera vez los abusos sexuales del «Guía», del supuesto defensor de los derechos de las mujeres en el mundo árabe, en un país en el que la violación es una mancha que contamina a todo el clan, tabú supremo. Y la autora nos conduce al corazón mismo de las tinieblas. «La investigación excepcional de Annick Cojean demuestra cómo el líder libio usó la violación como arma de poder durante su reinado. Y como arma de guerra durante la revolución de 2011» (Caroline Laurent-Simon, Elle).
252 páginas impresas
Publicación original
2014
Año de publicación
2014
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Opiniones

  • Yadira Hidalgo Gonzálezcompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó

    Estrujarte y estupendo.

  • Roxana Lezamacompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó
    💡He aprendido mucho

  • Liliana M.compartió su opiniónhace 4 años
    💀Espeluznante

Citas

  • maleñocompartió una citahace 17 horas
    Todo fue muy rápido. Le entregué el ramo, y luego tomé su mano libre entre las mías y se la besé, inclinándome. Entonces sentí que apretaba de forma extraña la palma de mi mano. Luego me observó de arriba abajo con una mirada fría. Presionó mi hombro, posó su mano sobre mi cabeza y me acarició el cabello. Y allí terminó mi vida. Porque ese gesto, como supe más tarde, era una señal para sus guardaespaldas que significaba: «Ésta. La quiero.»
  • maleñocompartió una citahace 17 horas
    Todo fue muy rápido. Le entregué el ramo, y luego tomé su mano libre entre las mías y se la besé, inclinándome. Entonces sentí que apretaba de forma extraña la palma de mi mano. Luego me observó de arriba abajo con una mirada fría. Presionó mi hombro, posó su mano sobre mi cabeza y me acarició el cabello. Y allí terminó mi vida. Porque ese gesto, como supe más tarde, era una señal para sus guardaespaldas que significaba: «Ésta. La quiero.»
  • maleñocompartió una citahace 17 horas
    Recuerdo que mamá y mis tías me decían: «Cuando tengas dieciocho años, te contaremos algunas cosas.» ¿Qué cosas? «La vida.» No tuvieron tiempo. Muamar el Gadafi se les adelantó. Destrozándome.

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