Abandonado por su mujer, Ramón Neira vive junto a su madre y a su hijo Pedro, llamado así por el presidente Aguirre Cerda. Mientras repara la fachada de una iglesia y prepara el bautizo del niño, se refugia de sus tormentos en el vino. Mareado, desde la altura del andamio, delira con sus celos enfermizos y los recuerdos de su dura vida como carpintero.
A las reimpresiones de esta novela –publicada originalmente en 1967— debían agregarse dos textos escritos por Carlos Droguett que buscaban profundizar en el protagonista del relato. Esta es la primera edición que los incluye.
“Ramón por Dios, no te vayas a caer del andamio, le había sonado a él, así lo presentía, como una exclamación de desencanto y una queja amarga y desilusionada, como si lo hubiera dicho, antes de llorar dulcemente, si me quisieras, si me hubieras querido mucho, verdaderamente, te habrías caído por mí del andamio, porque es preferible que termines tú antes de que se termine tu amor”.