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Pálido Fuego, Vladimir Nabokov
Libros
Vladimir Nabokov

Pálido Fuego

Una obra maestra, originalísima, desconcertante y diabólicamente divertida, repleta de alambicada ironía y mortífero humor. 
Nos hallamos ante una obra maestra, un «tour de force», una novela originalísima, desconcertante y diabólicamente divertida, que figura entre las preferidas de su propio autor y en la que refulge, de forma inigualable, su alambicada ironía y su mortífero humor. «Pálido fuego» se presenta como la edición póstuma de un largo poema escrito por John Shade, gloria de las letras norteamericanas, poco antes de ser asesinado. En efecto, la novela consta del susodicho poema, más un prólogo, un voluminosísimo corpus de notas y un índice comentado del editor, el profesor Charles Kinbote. A través de sus prolijos y entrometidos comentarios sobre el poema, sobre su amistad con Shade los meses anteriores a su muerte, y sobre el lejano reino de Zembla, que tan precipitadamente tuvo que abandonar, Kinbote va trazando un hilarante autorretrato, en el que acaba por delatarse como un individuo intolerante y altivo, excéntrico y perverso, un auténtico y peligroso chiflado. En este sentido, podría decirse que «Pálido fuego» es también una novela de intriga, en la que al lector se le invita a tomar el papel de detective.
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314 páginas impresas
Publicación original
2006
Año de publicación
2006

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Citas

  • Ángel Gamaliel Figón Minorcompartió una citahace 3 días
    El coxis y la muñeca derecha me dolían mucho, pero el poema estaba a salvo.
  • Ángel Gamaliel Figón Minorcompartió una citahace 3 días
    si un día nos despertáramos, todos nosotros, y descubriéramos que somos absolutamente incapaces de leer? Quisiera que se maravillasen no sólo de lo que leen, sino del milagro de que sea legible (esto es lo que yo solía decir a mis alumnos). Aunque soy capaz, gracias a un largo comercio con la magia azul, de imitar cualquier prosa del mundo (pero lo que es curioso, no el verso, soy un rimador lamentable), no me considero un verdadero artista, salvo en un punto: puedo hacer lo que sólo puede hacer un verdadero artista: precipitarme sobre la mariposa olvidada de la revelación, destetarme bruscamente del hábito de las cosas, ver la tela del mundo y la trama y la urdimbre de esa tela. Solemnemente yo sopesaba en la mano lo que había llevado bajo el brazo izquierdo y durante un momento me encontré enriquecido por un indescriptible asombro como si acabara de enterarme de que las luciérnagas hacían señales descifrables en beneficio de los espíritus extraviados, o de que un murciélago escribía un cuento de tortura legible en el cielo amoratado y marcado con un hierro al rojo.
  • Ángel Gamaliel Figón Minorcompartió una citahace 3 días
    la lengua del espejo»,

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