En el exterior de la inmensa Fortaleza de Are, en el valle de Renweth, la noche en el dominio de los Seres Oscuros, unas criaturas monstruosas que han surgido como un enjambre desde sus arcanas guaridas subterráneas para destruir a la humanidad. Dentro de sus pétreos muros, los escasos supervivientes del otrora gran reino de Darwath viven arracimados, y el canciller Alwir y la obispo Govannin continúan enzarzados en la lucha por el poder. Desoyendo las advertencias, Alwir sigue adelante con su plan de utilizar a Ingold, Rudy y los otros magos, en el proyecto arriesgado y sin esperanza de éxito de invadir las madrigueras de la Oscuridad. La obispo, obsesionada por su fanatismo religioso, trata de erradicar todo rastro de magia asesinado a los magos, y tanto ella como el canciller conspiran juntos para conseguir la ayuda de imperio de Alketch, enemigo ancestral del reino. En este foco de ambición, odio y temor, nadie salvo Ingold da crédito al descubrimiento de Hill acerca de la verdad que se oculta tras el ataque de los Seres Oscuros.
