dije que era predilecta del Señor porque me daba todo lo que le pedía, quizá un poco demasiado al pie de la letra. Había querido sacrificarme, y Él se había precipitado a sepultarme bajo un muro; había sostenido que, para la mujer, el amor tal y como solía concebirse era un sometimiento al hombre, y Él, diligentemente, me había reducido a no poder amar…