El Peregrino Del Tiempo

— Porque es como todos nosotros. O mejor dicho, porque todos nosotros somos como él. Sin excepción. Tú lo sabes bien. -¿Es decir?

El anciano hizo un gesto vago. -Quería ser amado...

— ¿Según esto, estaríamos aquí... porque Dios ya no está?

Todo lo que los especialistas de las partículas constituyentes del átomo saben de estas partículas, todo lo que les ha enseñado de ellas la irrefutable lógica matemática, es que en cada instante no están en alguna parte ni en otra parte -ni aquí ni allá ni en otro sitio-, ni en ninguna parte ni en todas partes...

Y sin embargo, son estas partículas improbables que giran en torno a la nada las que constituyen el papel de este libro y vuestra mano que lo sostiene y vuestro ojo que lo mira y vuestro cerebro que se inquieta... Inquietantes, atemorizadoras, vagabundas partículas de vuestro cuerpo... Nunca están en su lugar y, sin embargo, nunca están en otra parte. No hay nada entre ellas, y en el lugar donde están no hay nada.

Entonces ¿qué sois vosotros?

R. BARJAVEL, Post scríptum al Viajero imprudente, marzo de 1958