Libros
Stefan Zweig

Fue él

En esta breve novela, Zweig nos habla de los celos con su habitual maestría: elusivo, con la virtud de la intriga irresuelta, ahonda en el dolor y el desamparo que produce el sentirnos sustituidos en los afectos de nuestras personas queridas por un tercero que, cuanto menos, tiene los mismos derechos que nosotros. La rabia y la violencia pueden conducir a una venganza que agravará, si cabe aún más, nuestra orfandad.
“Un cuento moral sobre la inconveniencia de colocar mal los afectos.”
Francisco García Pérez, La Nueva España
«Stefan Zweig nos hace sentir los latidos del corazón desde dentro, como si se nos hubiese facilitado la entrada a las almas acosadas de quienes ya no encuentran un lugar en el mundo.»
Iñaki Urdanibia, Gara
"¿Fue él? deslumbra con su prosa vivaz, pero sobre todo por la finura del análisis psicológico."
El Ciervo
«Stefan Zweig utiliza al mejor amigo del hombre para demostrar lo egoísta, miope, caprichoso y miserable que es el hombre.»
Ignacio Carrión, Le Monde Diplomatique
«Se lee de un tirón. Magistral.»
Jose María de Loma, La Opinión de Málaga
“Un relato adictivo y ejemplar. Atrapa con una simpleza que en el fondo esconde una complejidad enorme.”
Victoriano S. Álamo, Canarias 7
53 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2020
Año de publicación
2020
Editorial
Acantilado
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Citas

  • Tania Cázarescompartió una citael año pasado
    La mirada de un animal, en momentos de extrema necesidad, puede ser mucho más penetrante, casi podría decir, más expresiva que la de los seres humanos, pues nosotros comunicamos la mayor parte de nuestras emociones, de nuestros pensamientos, por medio de la palabra, que hace las veces de intermediaria, mientras que un animal, que no es capaz de hablar, se ve obligado a comprimir en sus pupilas todo lo que quiere transmitir.
  • Tania Cázarescompartió una citael año pasado
    La mirada de un animal, en momentos de extrema necesidad, puede ser mucho más penetrante, casi podría decir, más expresiva que la de los seres humanos, pues nosotros comunicamos la mayor parte de nuestras emociones, de nuestros pensamientos, por medio de la palabra, que hace las veces de intermediaria, mientras que un animal, que no es capaz de hablar, se ve obligado a comprimir en sus pupilas todo lo que quiere transmitir.
  • Tania Cázarescompartió una citael año pasado
    mujer de Limpley en modo alguno era desdichada o, mejor dicho, ya no lo era. Ya era incapaz de sentir algo de manera clara. Sencillamente, estaba paralizada y agotada por aquella sobreabundancia de vitalidad.

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