Por encima de tantas esposas parturientas y abuelas enterradas, tal vez nos mandamos una señal: nuestros destinos difieren poco, nuestros deseos no han dejado huella, nuestra obra no existe
Arístides Luiscompartió una citahace 10 meses
ella lo fecundaba con las palabras apresuradas, jubilosas y trágicas que el vacío aspira como la entrada de una colmena atrae al enjambre, y que proliferan en el vacío
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la insuficiencia del mundo se volvía loca
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el mito que se derramaba dulzonamente de su boca suplía el engaste de los anillos
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había relojes detenidos en la hora de un antepasado
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una de esas joyas transmitidas que son la memoria de la gente humilde
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entre manzana y machete, embotando más cada día el sabor de la primera y afilando el tajo del otro
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sólo fue rico en oro, y de eso murió
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había muerto por la misma mano de aquellos cuyo trabajo lo enriquecían
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apagando para siempre esa mirada horrorizada en el instante en que por fin admitía que era semejante a los suyos, lo mataron