La música le allana el camino a la música, según se lee, o “el camino a las lágrimas”. ¿De dónde salen esas lágrimas? Una insinuación de la respuesta aparece tres párrafos más adelante. “Hay en el hombre un gran deseo, un deseo que nunca se cumple: no tiene nombre, busca su objeto, pero no es nada que pueda nombrarse […] Este deseo al que nada puede dar nombre lo nombran nuestras cuerdas y sonidos [Saiten und Tönen] –el espíritu que anhela llora, se desborda y se hace oír en el encanto de los sonidos: eso, eso que se nombra, eso me falta…”. [] La música no cumple el deseo, aunque logra por lo menos nombrarlo sin nombrarlo