Proyecto Manhattan

La bomba es una puerta abierta
que nadie puede cerrar. Robert
la dejó así, de par en par, al irse
y se metió el desierto hasta la sala.
El átomo se romperá
como se rompen las varas secas
debajo de las pezuñas de los caballos.

Mi abuela me enseñó cómo
olvidar a Dios: se acostó
bajo tierra
y no se levantó nunca.
De marzo a negro,
del dicho al hecho.
El olvido empieza y no termina.
En este lugar todo es idéntico a sí mismo
o casi.

Quise vivir, quiero decir: quería: nadé desnuda en un lago, tuve 16 años, me morí de miedo frente al escenario, salí a comprar azúcar, pasé frío en mi departamento, me pinté las uñas, aprendí de memoria el nombre de mis huesos, fui sola al cine en la mañana

Cosas que están a punto de suceder:
luz en todas partes,
toda muerta,
la quemadura más fría.
El llanto nuevo de mi hija incendiará la madrugada.
Las mutaciones nos cambiarán el rostro.

Señales del fin del mundo:
cambiaron de color mis tres orquídeas,
el vencejo trocó su canto luminoso
por un quejido atrofiado,
como si ya conociera

Por eso tomo. Pero la sed
es más larga que la vida y es híbrido
el dolor, es lúbrico,
y se adapta a todo ecosistema

MIRA DIRECTAMENTE HACIA EL FUTURO. HABLA SOLA. COMO TODOS.

hay que aprender a temerle
a todo lo brillante.

Me duele el diámetro del olvido,
su circunferencia.

Porque ningún incendio es en verdad doméstico.