H. M. Enzensberger vislumbró que la industria turística es lo más parecido a un anuncio publicitario y los turistas son, a la vez, sus empleados.12 Cuando subimos a nuestro feed fotos de las vacaciones en un carrusel tan pretendidamente casual como cautivador, o cuando vamos a una ciudad y hacemos un tiktok con lo que nos evoca ese destino, en el fondo estamos enviando postales. Estamos autentificando el destino. Nos convertimos en coautores, no pagados, del folleto turístico. Estamos diciendo sobre todo: oye, este lugar es real y yo estoy aquí, formo parte de esto. Así, los mostradores de hotel, o los puntos de información turística, con sus propios folletos, funcionan como una «máquina expendedora de señuelos para el turista»:13 no solo dicen qué hay que mirar, también desde dónde hacerlo.