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Cristina Rivera Garza

Los muertos indóciles

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Jorge Carrión
Después de una sólida y reconocida trayectoria como narradora, Cristina Rivera Garza ha explotado en los últimos años como ensayista. No sólo en libros como La Castañeda. Narrativas dolientes desde el Manicomio General, 1910–1930 (2010) y Dolerse. Textos desde un país herido (2011), sino –tal vez sobre todo– en su columna “La mano oblicua” que publica el diario mexicano Milenio. Son esos inclasificables artículos de opinión el laboratorio de ideas que condujo en su momento a Dolerse y que ahora cuaja, con todavía mayor resolución, en Los muertos indóciles. Necroescrituras y desapropiación. Un título que brilla con luz propia entre los escasos estudios internacionales de las escrituras del siglo XXI. No sólo por sus afiladas reflexiones sobre espacios emblemáticos y ubicuos como el taller literario o Twitter, sino también por su capacidad de tejer una telaraña entre autores menos lejanos de lo que a simple vista podría parecer. Autores hermanados por estrategias como la apropiación, la curaduría, la escritura documental, la exofonía o el tuit.
Al tiempo que se estrena The Bridge, una teleserie que dramatiza la violencia fronteriza entre El Paso y Ciudad Juárez, Rivera Garza –instalada entre San Diego y Tijuana— hace algo que sólo la literatura puede hacer: erigir un puente intercontinental. Porque su ensayo establece vínculos entre las poéticas de autores mexicanos, argentinos, franceses, españoles y estadounidenses. Como mínimo. Es difícil encontrar otro acueducto múltiple como ese en el contexto del ensayismo hispánico de nuestra época: tal vez el Reinaldo Laddaga de Estética de laboratorio (2010) o el Vicente Luis Mora de El lectoespectador (2012). Ambos son autores cercanos a los intereses de Rivera Garza, que linkea a Pablo Katchadjian, Agustín Fernández Mallo, Eugenio Tisselli, Eloy Fernández Porta, Josefina Ludmer, Juan Rulfo, Rafa Saavedra, Damián Tabarovsky, Alberto Chimal, la ultimísima poesía mexicana (en papel y en pantalla), Ulises Carrión, David Markson, Rodrigo Rey Rosa o los poetas y teóricos conceptualistas de los Estados Unidos. Particularmente: Marjorie Perloff y Kenneth Goldsmith. Dialoga con ellos. Les inyecta política. Conecta el concepto poético con el duelo político. Porque es el duelo el hilo conductor que enhebra todos los ensayos de la autora de Nadie me verá llorar.
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335 páginas impresas
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Citas

  • Frida Arroyo Chiucompartió una citahace 3 años
    no necesitamos esperanza sino obstinación. Tenemos que insistir. Nunca quitemos el dedo del renglón.
  • Frida Arroyo Chiucompartió una citahace 3 años
    que no ha sido otra cosa más que una guerra contra la ciudadanía en la que ya contamos 100 mil muertos, unos 30 mil desaparecidos— no sólo ha generado una cantidad horrísona de muerte, sino que también ha contribuido al despojo del que son víctimas los vivos. Ya desalojada, aparentemente yerma y sola, la tierra y su riqueza escondida vuelven a ser objeto de la apropiación rapaz de las elites políticas y corporativas tanto nacionales como extranjeras.
  • Frida Arroyo Chiucompartió una citahace 3 años
    Cuando todo parece normal o inexorable, cuando todo indica que así iba a suceder, la escritura salta y mira alrededor y regresa a la pluma y dice, no. Esa salvaje indomable palabra: NO. Aquí hay una grieta, esto es difícil de explicar, esto apunta a otra cosa y ésa a otra más. Las posibilidades son inmensas, inauditas acaso, pero no inimaginables. Esa terquedad de la escritura es la que he querido para mí. Y es la que quiero compartir con ustedes hoy.

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