Paige Palmer tiene un problema y la solución está al alcance de su mano: se llama Leo Morris. Leo, amo de la ciudad de Richmond, es un hombre poderoso y sin escrúpulos que le pedirá a cambio algo muy particular. Y las cosas nunca son tan simples como parecen… “Leo le dio la espalda, era hora de ir a su oficina. Desde las once de la noche hasta entrada la madrugada trabajaba encerrado ahí dentro, resolviendo problemas, reuniéndose con personas. A veces también bajaba a aplastar algunas cabezas, pero raramente ya. Los viejos hábitos eran difíciles de matar y cuando debía resolver algo personalmente, no había gorila que pudiera hacer el trabajo en su lugar. Empuñó el picaporte y lo bajó, encontrándose de frente dos ojos glaciales y una barba candado perfectamente delineada y simétrica, veteada por algún hilo gris. Si pudiera asignarse un premio para la barba más definida y precisa, ese hubiera ido a Andy Pride, el mejor tesorero y contador de toda Virginia. —En tu oficina hay una persona que quiere verte. —¿Quién rayos es? —Una mujer — respondió iceman sin alterarse y dejándole el paso libre. Cuando Leo salió de la habitación, Andy entró para tomar los documentos y Dante sonrió. Realmente hubiera querido ver su rostro cuando descubriera qué clase de mujer lo estaba esperando.”