Las incursoras

Quizás el caso menos conocido sea el de la sueca Astrid Lindgren, que trabajó durante veinticinco años como editora en la editorial que publicó sus libros. Cuando fue a hacer la entrevista de trabajo, llevaba en el bolso el manuscrito de Pippi Calzaslargas. Lindgren tenía ya más de treinta años y no quería dedicarse en exclusiva al trabajo de escritora: quería un sueldo, un horario y un sitio al que ir todos los días. Así que por las tardes trabajaba como lectora y editora de libros infantiles en Rabén & Sjögren. Durante sus años de trabajo la editorial creció y se expandió, ya que su éxito como escritora atraía a numerosos autores.

En los años cuarenta, en España, Conchita Zendrera (1919-2020) se hace cargo del catálogo infantil de la empresa de su padre, la editorial Juventud.

El libro infantil ha sido considerado en ocasiones un verdadero objeto artístico, como en el caso de la diseñadora suiza Warja Lavater (1913-2007). Formada en Zúrich, Estocolmo, Basilea y París, sus primeros trabajos estuvieron enfocados a la creación de logotipos y el diseño de portadas de revistas como Jeunesse. Instalada en Nueva York, el arte callejero le llama la atención y en 1962 publicó con el MoMA el libro Tell; una litografía en una sola hoja al estilo acordeón. En una entrevista la autora dijo que había visto este formato en el barrio chino y le pareció perfecto para usarlo en sus proyectos.

Algunos proyectos de otras ilustradoras estuvieron enfocados al libro silente, a contar historias sin palabras, como el de Pat Hutchins, con su destacada primera obra El paseo de Rosie (1968); el de Jan Ormerod: Buenos días (1981) o el de Monique Felix: Historia de la ratita encerrada en un libro (1980). También en estos años, en Brasil, la artista Ângela Lago (1945-2017) comenzaría su carrera con una estética experimental y cambiante a lo largo de su vida que supuso un antes y un después en la gráfica latinoamericana.

Elena Poirier (1921-1998)

Incapaz de superar la tragedia, Tom Seidmann-Freud dejó de comer durante cuatro meses y acabó suicidándose. Su hermana reunió todos sus trabajos y los guardó en una caja sellada mientras Europa era arrasada por los nazis. A su muerte, cincuenta años más tarde, la caja sellada llegó a manos de su hija Angela, quien hasta su muerte en 2011 se dedicó a difundir el fabuloso legado de su madre. En el año 2017 una gran exposición en Documenta rescató su trabajo.

En muchas ocasiones el legado de una ilustradora se ha conocido tarde, como en el caso de Martha Seidmann-Freud (1892-1930), sobrina del psicoanalista, que con quince años decidió cambiarse el nombre por Tom y posteriormente adoptó el apellido de su marido, Yankel Seidmann.

En una época en que las estadísticas eran líneas ascendentes y descendentes, el trabajo con el color era fundamental para trasladar datos a una forma visual comprensible. A esta manera de ofrecer datos le llamaron isotipo.

Marie Reidemeister (1898-1986) debería haberla incluido en el capítulo de la no ficción, pero su aporte a la estética de los libros fue tan singular que prefiero hablar de ella aquí. Nacida en Alemania, estudió matemáticas y física además de frecuentar la escuela de arte. Justo antes de graduarse viajó con un grupo de estudiantes a Viena, donde Otto Neurath dirigía un museo dedicado a comunicar el programa de reforma social de la ciudad. Otto la invitó a participar y Marie se mudó en cuanto se graduó. Parte de esa comunicación se basaba en imágenes que presentaban la información de una manera que pudiera comprenderse desde una perspectiva crítica. En una época en que las estadísticas eran líneas ascendentes y descendentes, el trabajo con el color era

más exitoso fue Se venden gorras, publicado en 1940, donde se observa una gráfica basada en líneas sinuosas, colores planos y composiciones dinámicas realizadas con collage. Pero sin duda el éxito de este libro se justifica por el divertido relato de un vendedor de gorras a quien, durante una siesta, un grupo de monos se las roba. La ingeniosa manera que tiene de recuperarlas, así como una prosa que usa la repetición y la sorpresa, todavía sorprende a los lectores