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Libros
Verónica Murguía

Ladridos y conjuros

La enemistad entre perros y gatos es un asunto muy antiguo. Sin embargo, en el parque de San Lorenzo todos respetan la tregua hasta que una mañana se presenta un extraño espectáculo: hombres, perros y gatos culpándose mutuamente. Esta vez, sólo la magia evidenciará al responsable.
190 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2015
Año de publicación
2015
Editorial
Ediciones SM
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👍👎

Opiniones

  • Ana Saenzcompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó
    🔮Profundo
    🌴Perfecto para la playa
    😄Divertido
    🐼Adorable

    Divertidísimas aventuras y enredos en el Parque San Lorenzo de la Colonia del Valle. Con guiños a diferentes obras como por ejemplo el Flautista de Hamelin y varias más. También se manifiesta que para lograr paz es necesario trabajar juntos con la misma dirección.

  • b9762223562compartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó
    😄Divertido

    Libro Divertido le gusto mucho a mi hijo. Lo recomendamos

  • Laura Elias Muñozcompartió su opiniónhace 5 años
    💞Romántico

    Está hermoso!!

Citas

  • Adriana Gonzálezcompartió una citael año pasado
    Le da miedo imaginarse a la Colonia del Valle convertida en un amontonadero de rascacielos, llenos de oficinas… Que se deje de celebrar la gran fiesta de San Lorenzo y nadie tenga tiempo de fabricar la hermosa portada de flores con la que se cubre la fachada de la iglesia. Que la convivencia de los animales y humanos desaparezca, arrollada por el tráfico, los bancos, y las tiendas lujosas.
  • Adriana Gonzálezcompartió una citael año pasado
    Deuteronomio redactó estas páginas. Para él, todo esto fue casi una segunda gatomaquia, aunque reconoce que su estilo es muy inferior al del poetagato Lope de Vega. Yo lo consuelo, diciéndole que Lope de Vega, a pesar de su talento, nunca supo cómo hacerse invisible.
  • Adriana Gonzálezcompartió una citael año pasado
    Ninguno de los vecinos quiso ir a trabajar. La vendedora de tamales regaló su mercancía; el panadero repartió conchas y cocoles; la señora Tere sacó una bandeja llena de papaya cortada en rodajas y la ofreció a sus vecinos. El pajarero, impulsado por una fuerza desconocida, abrió las jaulas y dejó libres a los canarios, zenzontles y jilgueros. Lo mismo hicieron todos los que tenían pájaros en sus casas.

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