Los ocho cuentos de Mentiras que no te conté son un mordaz retrato de las fronteras, desde las geográficas hasta las individuales. Horadados por la violencia, la soledad y la desesperanza, los límites son un espacio de transgresión permanente tanto en los conflictos visibles —rupturas, planes fallidos, fiestas que terminan en torturas— como en el carácter de profunda ambivalencia en las mujeres que los protagonizan. Son morras cuya fortaleza estriba en su capacidad de oscilar entre la inocencia y la perversidad, la realidad y la alucinación, la euforia y la tristeza. Si bien existen semejanzas contextuales en sus personajes —ser mujeres del norte—, la prosa precisa y dinámica de Elma Correa configura una asombrosa diversidad de voces que comparten un rasgo esencial: quieren como sólo las personas rotas pueden querer. Mentiras que no te conté esboza, a través de un humor corrosivo y punzante, un paisaje tan norteño como humano en el que ineludiblemente nos veremos reflejados a pesar de la lejanía con nuestra propia latitud. Ana Fuente