El 16 de septiembre de 1999, el pueblo de Villa Ramallo se agitó de manera inimaginable. Lo que sería un asalto al banco se convirtió en una tragedia con tintes absurdos y espectaculares. La planificación se fue de las manos, el atraco se transformó en un secuestro y derivó en una balacera que fue transmitida en vivo por televisión. En pocas horas Villa Ramallo pasó del anonimato a estar en las primeras planas.
A veinticinco años del suceso, Ezequiel Pérez, uno de los narradores más distinguibles de su generación, intenta ordenar los hechos policiales y, de paso, desenreda imágenes de infancia que ahora toman diversos contornos y significados: los paseos en bicicleta, el asomo del tren, la “calma tramposa” del río Paraná, el ritmo pueblerino de siestas y sospechas que nunca se dilucidarán del todo.