Todo lo que necesitás saber sobre literatura para la infancia

“Un niño sirve para convertirse en alguien cuando sea grande”,

in relatos, el mundo entero se percibe ajeno, inalcanzable e inhabitable, porque no puede ser representado.

Sin relatos, el mundo entero se percibe

El lector es un equilibrista a mitad de camino en una cuerda floja. Un pie delante, otro detrás, un camino, un hilo con el que se tejen destinos. No hay calma en la literatura, sino una permanente tensión que nos abisma, nos interpela, tan solo con las herramientas de la lengua y su estructura contenedora.

es comprometerse en esa elección en su sentido más profundo.

este conocimiento, ir acercando historias. Es decir, sin dejar de lado los propios intereses, gustos y criterios, pensar en el otro como un todo, con sus propios deseos, inquietudes y fibras sensibles.

Yolanda Reyes suele comentar que a una persona, a un niño, no solo hay que leerle libros sino que hay que leerla a ella, tratar de entender quién es, qué se pregunta, qué sueña, qué necesita, para luego, a partir de este conocimiento, ir acercando historias.

Leer el mundo, Petit escribe: “A un niño, cada uno le da lo que tiene más sentido para uno. Le abre esas puertas. Más adelante, el niño lo hará suyo, o no. Abrirá otras puertas. A menudo, nos apropiamos mucho tiempo después de la herencia recibida”.

Un lector siempre remite a otros, ya sea en el contexto familiar, ya en el escolar o en otros más informales; en esos espacios se tienden puentes y se crean lazos que resultan, a la larga, fundantes de la memoria lectora.

“artistas de la mediación”, facilitadores que no solo brindan una historia, sino que colaboran con la elaboración de la propia historia del lector.