Bajo un árbol de tejocotes

l amor va adquiriendo muchas formas

sólo quería que te enamoraras de nuevo. De ti misma, que te vieras con los ojos que yo te veo. Y, si acaso sobraba tiempo, que te enamoraras nuevamente de mí. Pero para mi sorpresa, he sido yo el que locamente se ha enamorado otra vez, de una nueva y de la misma mujer.

Que ahora sé que debo procurar un clima cálido y de buena luz para que quieras aquí siempre quedarte.

Siempre llena, capaz y florecida desde que te conocí. Pero no ha sido hasta que sumergida en el amor y dedicación a otros, que te has convertido en pura inspiración. Además, como las lilis, no necesitas ser aclamada o considerada como la más bella entre todas. Tú de eso nunca has necesitado.

quisiera ser un lugar de protección y seguridad para mis hijos, pero para ser realmente seguro, sé que ese lugar debe tener límites

hijos, por muy pequeños que sean, también son maestros y guías de sus padres. Y buscan constantemente enseñarnos todo lo que no hemos querido o no hemos sido capaces de aprender.

Hay una alegría muy grande en la nostalgia. Esa pena de la lejanía y de la ausencia, es precisamente la que te permite sentir al recordar. Y no se vive de los recuerdos. La nostalgia no está hecha para eso. Sirve para mostrarte que algún día te sentiste así. Y que fue bonito hacerlo. Sirve también para aprender más de ti mismo. De lo que decidiste guardar ahí, muy dentro, y te mueve muy fuerte. La nostalgia es una aliada poderosa. Es el recurso más bello que existe para albergar los recuerdos.

mi mamá es una luz incandescente. Una que produce todas las longitudes de onda y que es capaz de desarrollar todas las gamas de colores. ¡Si tan sólo la vieran!

La nostalgia es una aliada poderosa. Es el recurso más bello que existe para albergar los recuerdos.

Anhelar lo que se encuentra fuera de mí, no es otra cosa que desconocerme a mí misma