tro del pirata...
El pueblo amaneció más vacío que nunca: eran las fiestas de San Ginés, patrón de Arrecife, y mucha gente se desplazaba hasta la capital.
Cuando Rafa tocó el empedrado del callejón, sintió de nuevo el fresco que despedían los gruesos muros de las casas colindantes.
Con algo de nerviosismo, hizo rodar su silla hasta el centro de la callejuela. Entonces lo vio. Aquello era exactamente igual a lo descrito por María la Baifa.