Voy a la cocina a buscar el Raid y detrás de mí siento pasos. Pasos de animal grande. Patas con uñas, como de un perro muy pesado. Me aguanto las ganas de voltearme porque para qué, si ya sé que no voy a encontrar nada, solo la casa vacía y oscura y ajena. Solo el enrarecimiento del ambiente que se aloja entre mis paredes y esa sensación tangible de que algo me sigue, algo que camina y se arrastra y se aferra a las esquinas.