Calor, sol, arena, mar y playa… ¿qué más se podía pedir una mañana de abril? Nada. Eso pensó Pauline, y por eso se había quitado la ropa del trabajo, se había puesto el bikini y había llamado a la oficina para decir que estaba enferma. La ola de calor que duraba ya una semana estaba siendo agobiante, asfixiante, y necesitaba refrescarse de alguna manera. Un encuentro inesperado en la playa hará que el calor sea todavía más intenso, más ardiente… y mucho más interesante.