Mi Querido Zar

el único miedo que existe es el miedo a la vida, el cual, según él, engloba todos los miedos, a la pérdida, al desamor, al dolor, a la soledad, a la muerte. Afirmó categóricamente que mi miedo a volar era un reflejo del miedo que siento ante todo aquello que no puedo controlar, y dado que en esta vida son pocas las cosas que están bajo nuestro control,

Cuando los gritos de dolor salen de las entrañas, se buscan y se reconocen. El grito de la madre de Misha voló por el firmamento hasta encontrarse con el de una mujer que, a miles de kilómetros de distancia, era violada por un hombre que decía amarla. Los gritos se encontraron, se acariciaron, se abrazaron y ya nada pudo separarlos. Allí, en el firmamento estrellado, permanecieron inmóviles, esperando.

Yo las llamo las mariposas de la vida, las que Carlos intentó matar a cañonazos pero que supieron refugiarse en espera de tiempos mejores.

Con un cuerpo bonito se yace..., con una mujer hermosa de verdad se vive, se ama, se ríe.

—Porque cuando ves una película, ves lo que ha imaginado otra persona, el director de la peli, pero cuando lees un libro tu imaginación tiene el poder, tú tienes el poder de imaginarlo todo como quieras, como a ti te guste.

Montesquieu decía: «No he conocido ninguna aflicción que una hora de lectura fuese incapaz de aliviar». ¡Qué razón tenía! Con un libro entre las manos: el mundo deja de existir, y las guerras, las injusticias, el hambre, el maltrato, la tristeza, el miedo, todas las cosas que nos afligen día a día quedan fuera del fantástico mundo en el que un libro es capaz de sumergirnos.

Montesquieu decía: «No he conocido ninguna aflicción que una hora de lectura fuese incapaz de aliviar». ¡Qué razón tenía! Con un libro entre las manos: el mundo deja de existir, y las guerras, las injusticias, el hambre, el maltrato, la tristeza, el miedo, todas las cosas que nos afligen día a día quedan fuera del fantástico mundo en el que un libro es capaz de sumergirnos. Las palabras nos emocionan, nos alegran, nos atemorizan, nos ilusionan...

decía: «No he conocido ninguna aflicción que una hora de lectura fuese incapaz de aliviar». ¡Qué razón tenía! Con un libro entre las manos: el mundo deja de existir, y las guerras, las injusticias, el hambre, el maltrato, la tristeza, el miedo, todas las cosas que nos afligen día a día quedan fuera del fantástico mundo en el que un libro es capaz de sumergirnos. Las palabras nos emocionan, nos alegran, nos atemorizan, nos ilusionan...

las palabras tienen mucho más poder del que creemos, que son capaces de dañar, de aterrorizar, y que, por tanto, si pueden hacer daño, también tienen el poder de curar

«No he conocido ninguna aflicción que una hora de lectura fuese incapaz de aliviar».