Entre 1981 y 1983 hubo un parón en la guerra sucia, que reapareció, con el Gobierno de Felipe González, en octubre de 1983, con el secuestro en el sur de Francia y posterior asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, jóvenes militantes de ETA. Casi a la par fue secuestrado en Hendaya Segundo Marey, un ciudadano francés al que los GAL confundieron con un dirigente de ETA, y que posteriormente fue liberado.
En los GAL participaron, además de mercenarios, agentes de policía españoles; responsables del Ministerio del Interior del Gobierno de Felipe González, según sentencia del Tribunal Supremo, y políticos siniestros que lo teorizaron