Eliza había perdido al amor de su vida en un desafortunado accidente y con él la esperanza de alcanzar la felicidad. Perdida y sola sobrevivía a base de fuerza de voluntad, hasta que la mañana de Noche Buena un inesperado paquete llegó a la puerta de su hogar. Todo era caos y nervios en la sede central del Polo Norte y Mathew
sentía que no podía soportarlo ni un minuto más. Su jefe, sabiendo que había perdido la fe, lo había enviado a una última misión; su objetivo
era ella, su recompensa la libertad.