Bueno, ya tendré yo mi día de lluvia también, y mi propia epifanía, se dijo a sí misma. Y empezó a recortar figuras de la revista. Quería armar unos cuantos collages. Divertidos. Para entretenerse y no pensar tanto en lo mismo. Y, en efecto, cuando llevaba una hora recortando papeles y pegando, armando nuevas imágenes, sintió como se relajaba y desaparecía la ansiedad. Ya pasarán los días, y olvidaré todo, se dijo. Hay que olvidar. Tengo que olvidar. Cogió una libreta donde a veces escribía poemas. Buscó una hoja en blanco y, sin pensar, automáticamente, escribió: «Quisiera ser el detonador de una bomba».