bookmate game
Libros
Pedro Juan Gutiérrez

Mecánica popular

  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Bueno, ya tendré yo mi día de lluvia también, y mi propia epifanía, se dijo a sí misma. Y empezó a recortar figuras de la revista. Quería armar unos cuantos collages. Divertidos. Para entretenerse y no pensar tanto en lo mismo. Y, en efecto, cuando llevaba una hora recortando papeles y pegando, armando nuevas imágenes, sintió como se relajaba y desaparecía la ansiedad. Ya pasarán los días, y olvidaré todo, se dijo. Hay que olvidar. Tengo que olvidar. Cogió una libreta donde a veces escribía poemas. Buscó una hoja en blanco y, sin pensar, automáticamente, escribió: «Quisiera ser el detonador de una bomba».
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Algo la paralizaba con aquel material. Además de leer a los estoicos, estudiaba el zen. Pensó que el tao no funciona de un modo evidente. La vida no es una flecha certera y perfecta, sino un accidente alimentado por imprevistos. Y siempre retorna al principio. Una circunferencia. Un eterno retorno. De ahí que tuviera que encontrar un punto que le permitiese iniciar la escritura. Mientras no apareciera ese momento no podría escribir.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Con frecuencia había pensado últimamente en su muerte. Divagaciones. Es un alivio no saber cuándo ni cómo ocurrirá. Así podía concentrarse en lo que hacía. El único animal que sabe que va a morir es el ser humano. De ahí el miedo, el pánico inconsciente. Lo había leído una vez en algún libro, pero no recordaba con exactitud.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Ahora el matrimonio lo aburría y se enamoró perdidamente de una jovencita de veinte años, a quien le impartía clases de inglés y alemán. Ya no soportaba la presencia de Marian. Llegaron a un punto en que se odiaban mutuamente, y discutían de un modo tan violento que rozaban la esquizofrenia. La psicología clasificaba ese estado tan paranoico como «borderline». Es decir, fronterizo, extremo con la locura.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Abrió el librito de Séneca sobre la ira y leyó un párrafo que había subrayado en rojo: «Dado que en el fondo no somos más que seres malvados viviendo entre seres malvados, practiquemos la amabilidad los unos con los otros. Lo único que puede devolvernos la serenidad es un pacto de indulgencia mutua»
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    –¡Una vida anormal! Eso es lo que me gusta, Leopoldina. ¡Una vida anormal! Casarme con un pigmeo de Suazilandia. O con un negro gigante y salvaje de Borneo, me da igual. Con un caníbal reductor de cabezas del Amazonas. Algo peligroso. Diferente.
    –No. Un matrimonio normal.
    –¿Cómo el de mis padres? ¿O tus padres?
    –Sí, claro. Si hay amor...
    –El amor parece que dura poco.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Todos los días agradezco a Dios porque no sufrió.
    –Sí, menos mal.
    –Hubiera sufrido mucho en esta decadencia. Era un buen hombre y no se lo merecía. Se han perdido la compasión y la piedad.
    Carlitos guardó silencio y pensó que ya nadie usaba esas palabras. Compasión y piedad. Eran palabras antiguas. En desuso. Fijó la vista en la foto de sus tíos. Lilliam habló despacio:
    –Y esta muerte lenta que me ha tocado. Él era un hombre alegre, que vivía en el glamour y el asombro. Por su propia naturaleza. No sabía vivir de otro modo. No merece la pena vivir cuando se pierden el glamour y el asombro.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Una tarde Lilliam lo llevó al Rex Cinema a ver dibujos animados y, al salir al bulevard de San Rafael, ya casi de noche, sobre las aceras había vendedores de chiclets. Encima de un tablero hacían pirámides con cajitas amarillas, rosadas o verdes de chiclets Adams. Y pregonaban: «¡Los últimos! ¡Los últimos! ¡Vamos que se acaban! ¡Los últimos!». Lilliam compró tres cajitas y se las dio. Los vendedores tenían razón. Fueron los últimos. Jamás volvió a ver chiclets. Era un producto típico yanqui. Lo mejor era olvidarlos.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    Le atraía formar parte de aquella élite elegante, exquisita y esnob, pero sabía que no era su mundo. Algo faltaba. Hablaba poco. Solo escuchaba y aprendía. El tío Francisco le regaló dos libros y treinta discos de inglés, ya usados, provenientes de Hemphill Schools, de Nueva York. Y le dijo: «Aquí tienes. Estudia inglés. El que no sabe inglés no avanza en este mundo». Y la tía Lilliam le regaló un cuaderno de dibujo, lápices de colores, unas témperas y un muñeco articulado de madera. Y le dijo: «Me di cuenta que te gusta la pintura. Aprende a dibujar la figura humana. Lo demás es fácil».
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 4 días
    La abrazó, la besó largamente y le susurró al oído un poema de los que sabía de memoria: «Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo como queda un perfume donde nace una flor...». Su voz grave y profunda penetró a Nancy hasta el mismo cerebro, hasta el corazón y los huesos.
fb2epub
Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)