[54] Bastiat, Obras, óp. cit., pág. 171. <<
[55] «El Estado tiene dos manos, una
para recibir y otra para dar; dicho de
otro modo, la mano fuerte y la mano
suave. La actividad de la segunda está
necesariamente
subordinada
a
la
actividad de la primera. En rigor, el
Estado puede tomar y no dar, lo cual se
produce y explica por la naturaleza
porosa y absorbente de sus manos, que
retienen siempre una parte y algunas
veces la totalidad de lo que tocan. Pero
lo que nunca se ha visto, lo que jamás se
verá y ni siquiera puede concebirse, es
que el Estado dé al público más de lo
que de él recibe… Así, dos esperanzas
en la gente y dos promesas en el
gobierno: muchos beneficios y ningún
impuesto. Esperanzas y promesas que,
al
ser
contradictorias,
jamás
se
realizan… [El Estado] choca siempre
con la contradicción: si quiere ser
filántropo, no tiene más remedio que
forzar la fiscalidad; si renuncia a la
fiscalidad, tiene que renunciar también a
la filantropía. Estas dos promesas se
contrarrestan
entre
sí
siempre
y
necesariamente. Usar el crédito, es
decir,
devorar
el
porvenir,
es
ciertamente
un
medio
actual
de
conciliarlos; se intenta hacer un poco de
bien en el presente a expensas de mucho
mal en el futuro