Justicia feminista al borde del tiempo

neoliberal en nuestros modos de organizar nuestras resistencias.

es descartable la necesidad de acudir al derecho para las luchas feministas, sino que más bien es imperativo pensar en qué marco opera el derecho y que límites organiza

to. Es por esto que la relación entre el deseo y la ley, entre los afectos y la ley, es siempre tan compleja, y en cierto modo explica por qué el punitivismo puede encontrar tierra fértil entre aquello que es irreparable.

Esta matriz punitiva es productiva y funcional a una matriz heterosexual, cisexual y capitalista, en donde las prácticas legales definen y producen modos de subjetivación:

Florencia Angilletta señala: daño y delito no son lo mismo. Y eso quiere decir que un daño puede no ser un delito, y que el daño jamás va a ser consustancial a la pena o sanción que

Porque el acoso es cotidiano, porque las palabras groseras e hipersexualizadas, las relaciones asimétricas y los «favores» sexuales a cambio de buenas notas existen, y a veces se escapan de lo que un tribunal pudiese considerar siquiera atendible.

La solidaridad no debe confundir la gravedad de un delito

la justicia penal parece quedar corta en sus leyes y en sus marcos interpretativos para actuar sobre la cotidianidad.

la cancelación puede ser un arma tan filosa que se vuelve en contra del supuesto discurso progresista que la originó, para reclamar ahora un veto sobre toda clase de cuestiones inaceptables

Si la justicia busca esclarecer ciertos hechos, delimitarlos y conseguir que a través de la ley inscriban sus límites en lo social, el deseo se escapa de este ritual no porque no nos crucen leyes simbólicas y efectivas, sino porque hay algo que se maneja en el espacio de lo social y lo íntimo que es imposible de mediar por lo legal.