—Pero aún no me has dicho que me amas.
—Eso no es verdad.
—No lo has hecho.
—Lo digo constantemente, lo que pasa es que lo digo en voz muy muy baja. Te lo digo cuando estás en otra habitación, o nada más colgar el teléfono. Te lo digo cuando llevas puestos los auriculares. Te lo digo cuando cierras la puerta a tu espalda. Lo digo dentro de mi cabeza cada vez que me miras