Ese anhelo de libertad, esa repugnancia por la autoridad y la capacidad de empatizar con otras explotadas, nos hacen dar importancia a la relación que tenemos con los demás animales, pues precisamente en esos términos se define en la gran mayoría de los casos: explotación, dominación, agresión institucionalizada. En un mundo que lo mercantiliza absolutamente todo, pocas oportunidades tienen quienes ni siquiera son considerados “alguien” sino “algo”.