Y los cuentos de este libro confirman la teoría: la herencia de Jorge Luis Borges, Antonio di Benedetto, Julio Cortázar, Felisberto Hernández –por sólo nombrar algunos–, pesa sobre los hombros de las nuevas generaciones como la mano firme de un padre: exigente pero también generosa, mientras los límites de lo fantástico se ensanchan, se abren con delicadeza hacia facetas cada vez más sutiles, más dudosas, más cotidianas.