amor que yo había visto brillar en esa cara—, fuera tan nuevo, tan inesperado, que temía que se acabara en cualquier momento. Educadamente, Isaac inclinó la cabeza para saludarme. La última vez que lo había visto no era más que un chico; sin embargo, la persona que ahora se me acercaba era distinta… Fuera cual fuese el sentimiento que había florecido entre él y su esposa lo había convertido en un hombre.
Nada…, no había nada en mi corazón ni en mi alma para él, nada excepto una vaga sensación de gratitud.