Esclavitud Rodríguez

Aunque Esclavitud Rodríguez nunca soñó con ser corresponsal de guerra, su vida está marcada por la exótica y peligrosa aventura que, como periodista y escritora, vivió en la Secretaría de Estado de Comunicación del Gobierno de España. La experiencia fue breve, pero la convenció de que todo es siempre mucho más vulgar y menos heroico de lo que creemos.Esclavitud no cree en los súper-héroes de postal, pero sí en los de carne y hueso, en los que salen retratados cada día en las páginas de diarios como Faro de Vigo. En este periódico de su ciudad natal trabajó durante sus cuatro veranos como estudiante de periodismo. Hace ya treinta y muchos años de eso, pero a ella le gusta recordar que fue ahí (convirtiendo en cuento la rotura de tuberías o la entrevista a un ciudadano cualquiera) donde aprendió a escribir. Del tiempo que Esclavitud pasó en el Faro arranca su convicción de que las historias más seductoras surgen a ras de tierra, en las minucias que nos rodean. Esa es una fe que fortaleció tras emigrar a Madrid y ponerse a trabajar primero en una revista que analizaba las campañas publicitarias, y después en la prensa económica que narraba la transformación de Europa tras la caída del Muro de Berlín.A Esclavitud, que heredó de su abuela tan dramático nombre, le encandilan las letras de los boleros y las coplas y los tangos. Porque son literatura popular en el más profundo sentido del término: todo el mundo entiende y comparte lo que cuentan. Con esa misma intención de claridad y comunión escribe ella sus fábulas, siempre presididas por un título que bien podría ser un verso de las canciones que tanto adora. Un rumor que no se va y Nunca más tu sombra junto a mí son sus primeras novelas.Podéis hablar con Esclavitud a través de su blog (somoslenguaje.es), de su Twitter (@maescla) y de su cuenta de Facebook.
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