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Irène Némirovsky

Irène Némirovsky nació en Kiev en 1903 en el seno de una familia acaudalada que huyó de la revolución bolchevique para establecerse en París en 1919. Hija única, Irène recibió una educación exquisita, aunque padeció una infancia infeliz y solitaria. Años antes de obtener la licenciatura en Letras por la Sorbona, su precoz carrera literaria se inicia en 1921 con la publicación del texto Nonoche chez l’extralucide en la revista bimensual Fantasio. Pero su salto a la fama se produce en 1929 con su segunda novela, David Golder, la primera que vio la luz en forma de libro. Fue el comienzo de una brillante trayectoria que consagraría a Némirovsky como una de las escritoras de mayor prestigio de Francia, elogiada por personajes de la talla de Cocteau, Paul Morand, Robert Brasillach y Joseph Kessel. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial marcaría trágicamente su destino. Denegada en varias ocasiones por el régimen de Vichy su solicitud de nacionalidad francesa, Némirovsky fue deportada y asesinada en Auschwitz en 1942, igual que su marido, Michel Epstein. Sesenta años más tarde, el azar quiso que el nombre de Irène Némirovsky regresara al primer plano de la actualidad literaria con el enorme éxito de Suite francesa, su obra cumbre descubierta casualmente por sus hijas y publicada en 2004. Galardonada a título póstumo con el Premio Renaudot, entre otros muchos reconocimientos —entre ellos el Premio de los Libreros de Madrid del año 2006—, la novela ha sido traducida a treinta y nueve idiomas, relanzando el interés por una autora que se sitúa sin duda entre los grandes escritores franceses del siglo XX.

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Citas

Ana Saenzcompartió una citahace 14 días
Puede que asimismo la raza tuviera algo que ver. Tal vez, como todos los judíos, también él experimentara el sentimiento, oscuro y un poco inquietante, de arrastrar consigo un pasado más largo que el de la mayoría de los mortales. Allí donde otros necesitaban aprender, a Ben le bastaba con recordar. Al menos, eso creía.
Ana Saenzcompartió una citahace 14 días
sino como sus abuelas de provincias, que zurcían con paciencia un encaje sin dejarse desanimar, aunque otros dijeran que estaba hecho jirones. Sabían que, con habilidad y largas noches en vela, todo se repara, se limpia, vuelve a parecer nuevo; pero no hay que escatimar ni tiempo ni esfuerzos.
Ana Saenzcompartió una citahace 14 días
Nunca he vivido de otra manera. ¿Para qué aferrarse a lo que hay que perder?

Opiniones

Ana Saenzcompartió su opiniónhace 14 días
🔮Profundo
💡He aprendido mucho
💞Romántico
👍Me gustó

Una fuerte caracterización del temperamento y carácter de los migrantes judíos en Francia durante la segunda guerra mundial. Pueden ser perros, pero también lobos.

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    Irène Némirovsky
    Los perros y los lobos
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