Nunca sabremos si es cierto que se burló de ellos en aquel radiante día de junio, pero seguramente Marina y las otras mujeres cautivas se habrán reído por dentro más de una vez al ver que aquellos hombres grandotes, con sus extraordinarias máquinas, resultaban más crédulos de lo que jamás habían oído contar de ninguno de sus propios guerreros.