déntica a cientos de casas construidas en parcelas del tamaño de un sello de correos, al lado de un camino de tierra. Tenía el mismo tejado de zinc, el mismo suelo de cemento, la misma cocina estrecha y la misma letrina en la parte de atrás. Aunque en la calle había farolas, dentro usábamos lámparas de parafina, porque las casas todavía no tenían electricidad. La habitación era tan pequeña que una cama doble ocupaba casi el suelo entero».L