Fiódor Dostoievski

Hay en mí tan poca vida real, los momentos como éste, como el de ahora, son para mí tan raros que me es imposible no repetirlos en mis sueños. Voy a soñar con usted toda la noche, toda la semana, todo el año. Mañana vendré aquí sin falta, aquí mismo, a este mismo sitio, a esta misma hora, y seré feliz recordando el día de hoy. Este sitio ya me es querido

pero es posible que bajo un cielo como éste pueda vivir tanta gente atrabiliaria y caprichosa?

Es que cuando somos desgraciados sentimos más agudamente la desgracia ajena. El sentimiento no se dispersa, sino que se reconcentra.

Mañana vendré aquí sin falta, aquí mismo, a este mismo sitio, a esta misma hora, y seré feliz recordando el día de hoy.

no merezco que nadie me compadezca; lo que merezco es que me crucifiquen.

«todo hombre debe tener un lugar adonde ir».

Los sueños de un hombre enfermo suelen tener una nitidez extraordinaria y se asemejan a la realidad hasta confundirse con ella.

«Si me interrogan, tal vez confiese», pensaba mientras se iba acercando a la comisaría.

Lo peor era que las personas con que se cruzaba le miraban de un modo singular, como si él fuera lo único que les interesara. «¿Por qué me mirarán así? ‑se decía‑. ¿O todo será obra de mi imaginación?»

sólo quisiera saber una cosa. ¿Lo saben todo o lo ignoran todavía?