Estos quehaceres son sempiternos pues eso que la economía de las pasiones humanas devela es que la pulsión de muerte es insuperable; no obstante, al mismo tiempo hemos vislumbrado la posibilidad de rodearla y desplazarla, de, para usar vocabulario psicoanalítico, retardarla, dejarla para más tarde, siempre y radicalmente para más tarde