La calidad de las películas es, realmente, una condición intrínseca. Se rige por los cánones y patrones de la gramática audiovisual, de las tendencias y el estilo de la época, de la estructura y la narrativa, pero la estética no debe desligarse de la ética, porque una gran obra audiovisual no debe estar exenta de responsabilidad social. Sé que este punto es discutible, pero en mis convicciones personales no concibo que una pieza hermosamente hecha promueva ideas que estén en contra de la tolerancia y la convivencia social.