La persona con un bajo grado de diferenciación del yo tiene dificultad para distinguir entre la emoción y el sentimiento, por tanto es más proclive a ser emocionalmente reactiva en las relaciones, sobre todo cuando se agudiza la ansiedad. Por otro lado, la persona con un grado superior de diferenciación del yo sabe discriminar entre el pensamiento y el sentimiento; es, en efecto, capaz de pensar sobre sus sentimientos y, por tanto, menos reactiva emocionalmente en sus relaciones