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Ce Santiago

Ce Santiago

  • Horo
    Horocompartió una citael año pasado
    «Es algo que me obsesiona. El hecho de que no podamos decidir nuestro destino. De que no podamos hacer otra cosa que aquello que estamos, de alguna forma, programados para hacer. He ahí el tema central de todo lo que hago. Explorar una y otra vez nuestra condición animal. Y de qué forma nada nunca va a parecerse a aquello que esperamos porque el hecho mismo de esperarlo, sin que llegue a cumplirse, forma parte de la clase de animal que somos».

    Ahora entiendo. En el fondo se podría decir que somos tan libres como un pájaro. O más bien, es una libertad que podríamos tener.

  • mikymendezbulloncompartió una citahace 6 meses
    Durante un año, viajé por el país como un anfibio, a nado por la naturaleza, sumergido literalmente en el paisaje y los elementos, sobre todo en el elemento primario, el agua, en un intento de descubrir por mí mismo esa «tercera cosa» sobre la que D. H. Lawrence reflexionaba en su poema con idéntico título
  • mikymendezbulloncompartió una citahace 6 meses
    En los bosques se da una sensación intensa de inmersión en el baile de sombras chinescas de las profundidades frondosas, y ese subibaja de la savia que anuncia las estaciones no es sino una marea, igualmente influenciada por la luna.
  • mikymendezbulloncompartió una citahace 6 meses
    A través de los árboles vemos y oímos el viento: los pueblos de las tierras boscosas saben distinguir las especies de árboles por el sonido que hacen al viento. Si Diarios del agua trataba el elemento agua, Diarios del bosque trata el elemento madera tal y como se da en la naturaleza, en nuestras almas, en nuestra cultura y en nuestras vidas.
  • mikymendezbulloncompartió una citahace 6 meses
    Sueño de una noche de verano, la metamorfosis mágica de los amantes tiene lugar en un bosque «a las afueras de Atenas» que, salta a la vista, es un bosque inglés, repleto de las hadas y los duendes de nuestro folklore
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 4 meses
    Acompañó a Midge hasta el coche y logró arrancarlo con la palanca. Midge le dio las gracias con voz inexpresiva. Se vio incapaz de mirarla a los ojos. Aquello, por entonces, era adulterio. Era pecado. Saldría en la segunda página de un periódico dominical: «Marido intima con joven granjera en un cobertizo. Su mujer fue testigo». Las manos le temblaban cuando volvió a la casa, y tuvo que servirse una copa. Nunca llegaron a hablar de aquello.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 meses
    Había tomado el valor numérico de las letras C, A, T en el alfabeto —3, 1 y 20 respectivamente— y al sumarlas había obtenido el total de 24. Procedió entonces a anotar las muchas formas en las que dicho número había aparecido en el transcurso de su vida. Nació un día 24, en una casa cuyo número era el 24, y su madre tenía entonces 24 años. Cuando él cumplió los 24 su padre murió y lo dejó a cargo de una fortuna considerable. De eso hacía 24 años. La última vez que hizo balance de sus propiedades, descubrió que el valor de sus inversiones —sin contar los bienes inmuebles— era de aproximadamente 24 000 libras. En tres periodos diferentes, en tres pueblos diferentes, había terminado viviendo en casas cuyo número era el 24, y ese era también el número de su residencia actual. Además, su código de entrada a la sala de lectura del British Museum terminaba en 24, y tanto su médico como su abogado tenían despachos con aquel persistente número. Anotó varias coincidencias más, pero eran tan forzadas que no merece la pena recogerlas aquí. No obstante, los apuntes concluían con la siniestra pregunta: «¿Acabará todo el día 24?».
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 meses
    En un margen de la página donde tomó nota de este accidente, añadió las palabras «Este gato no trama nada bueno». El tono de todas las demás entradas del diario y de las pocas cartas que datan de esta época ponen de manifiesto que su estado mental estaba teñido y enturbiado por oscuros presentimientos.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 meses
    —Hace mucho que no paso por Londres. Todos estos vehículos son muy desconcertantes. Pero me gusta…, me encanta. Tanto ajetreo, aunque, al mismo tiempo, la ciudad está muy tranquila en comparación con lo que era cuando yo vivía aquí.
    —¿Tranquila? —se extrañó Tubby.
    —Desde luego. Antes había adoquines, y los carros y las carretas chillaban y traqueteaban como el demonio.
    —¡Pero eso fue hace muchos años!
    —Sí. Soy mayor de lo que parezco.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 meses
    Antes de que se hiciera de noche, el señor Huffam se hizo amigo de Mallow, el mayordomo. Nadie sabía muy bien cómo lo había conseguido. Nadie había entablado nunca amistad con
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