—Lo siento, lo siento —repetía entre llanto, poniendo mis manos en su pecho bajé la mirada incapaz de seguir observándolo—. Jamás me arrepentiría de haberte conocido, todo lo que dije…
—Cariño —me interrumpió tomando con unas de sus manos mi mentón—. No hay nada que perdonarte, estabas asustada… Lo estás.
—Creí que alejándome de ti todo sería más fácil, pero resultó ser peor —confesé—. Lo lamento tanto, por decirte todo eso aquel día. Soy una egoísta que no pensaba en el dolor que causaría para ambos.